Este domingo se conmemoran 105 años del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Un día como hoy el Imperio austrohúngaro declaró la guerra al reino de Serbia tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando, desatando un conflicto que duraría 5 años, transformando al mundo en ese lapso.
Como era de esperarse, el deporte no podía quedarse intacto durante el proceso. Uno de los eventos afectados fueron los Juegos Olímpicos, que no pudieron celebrar la edición de 1916 en Berlín debido al conflicto; el regreso se dio en 1920 en Bélgica, pero la destrucción complicó en cierta medida la realización.
Los históricos torneos de tenis, Wimbledon y Roland Garros, también sufrieron una suspensión durante 3 y 4 años respectivamente. La guerra impidió que el deporte blanco pudiera llevar a cabo dos de sus competiciones más importantes, además de provocar la participación de algunos tenistas dentro de los ejércitos de sus países.
Durante la guerra el deporte sirvió como una forma de distracción para los soldados de diferentes frentes; el futbol fue uno de los favoritos por la facilidad para organizar partidos entre batallones, olvidando por momentos la magnitud de la guerra.
Uno de los casos más particulares fue la ‘Tregua de Navidad’, nombre dado al partido que organizaron un grupo de soldados británicos y alemanes; a pesar de ser enemigos en las trincheras, una pelota fue suficiente para unirlos en vísperas de Navidad.
El resultado del partido fue lo de menos. Aquel encuentro amistoso en medio del escenario bélico demostró la unión que trae consigo el deporte, a pesar de lo difícil del entorno o las circunstancias adversas.